Algo dentro se resistía. Una pequeña chispa que no se apagaba. Borsiis no sabía si era esperanza, culpa, o simple necesidad de no aceptar el final. Pero no podía marcharse. Ajustó el rumbo hacia el centro de la explosión, donde antes estaba la capital. No por lógica. No por estrategia. Sino porque no podía seguir viviendo sin buscar. Sin al menos intentarlo. A veces, seguir adelante no es una decisión. Es una reacción. Y en ese instante, él eligió no rendirse. Aunque no supiera qué iba a encontrar.