Después de mucho tiempo flotando entre trozos y silencio, algo cambió. Borsiis notó un brillo débil al fondo. No era como el reflejo de los fragmentos. Era una luz distinta. Rosa, suave, temblando como si respirara. No se movía. No parpadeaba. Estaba fija, como esperando. Borsiis no sabía qué era. Pero lo sintió. Algo en su pecho reaccionó. No como miedo. Más bien como si ese punto lejano tuviera algo que ver con él.