El sonido no viaja en el espacio, pero eso no significa que el silencio no grite. La explosión se expandió en todas direcciones. Capas enteras del planeta se abrieron, ardiendo desde el núcleo. Nubes de polvo envolvieron las órbitas exteriores. Todo lo que alguna vez fue Xelvar empezó a deshacerse. Y, sin embargo, desde su nave, Borsiis no se movía. Ni una sola palabra. Ni un solo gesto. Como si su cuerpo se negara a aceptar lo que acababa de ver. Como si aún hubiera tiempo de cambiarlo todo.